Jueves, 18 de Abril 2024
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Ir hacia Él y vivir con Él, por Él y en Él

Esperar a Dios y propagar la fe

Por: EL INFORMADOR

''Niños pidiendo posada'', Diego Rivera, ubicado en el Hospital Infantil de México.  /

''Niños pidiendo posada'', Diego Rivera, ubicado en el Hospital Infantil de México. /

GUADALAJARA, JALISCO (15/DIC/2013).- Un corazón juvenil siempre mira hacia adelante, siempre los ojos y la mente hacia el más allá, hacia el futuro.

Vivir esperando, con una esperanza es de almas entusiastas, con ilusiones; cuando el corazón envejece, ya nada espera, ya no mira hacia adelante.

Cuando se ha perdido la esperanza ya nada queda.

Dos virtudes inseparables, la fe y la esperanza, llevan el pensamiento hacia más allá.

El cristiano con estas virtudes está con su alma abierta hacia los bienes futuros, con las manos extendidas esperando el bien de Dios.

En este tiempo de Adviento el pensamiento del creyente está empapado de esperanza y  espera no los bienes, sino al dador de los bienes; espera al Señor.

Es profeta Isaías en un arranque lírico entona un cántico de júbilo.

Anuncia con su cántico la ya cercana, próxima llegada del deseado, del esperado, del salvador.

Emplea imágenes como una invitación a cantar, a danzar, a gritar de alegría: “Que se alegre el desierto y se cubra de flores, que florezca como un campo de lirios, que se alegre y dé gritos de júbilo.”

Porque ya está por llegar y “ellos verán la gloria del Señor”.

Esta alegría es para despertar al somnoliento, para alegrar al aburrido, para darles esperanza al prisionero, al náufrago, al decepcionado, al hombre cansado, al desasosegado.

Dios viene esta Navidad, viene continuamente y de diversas maneras.

Que el solo, el triste, el desesperado vuelvan sus ojos al hijo de Dios y encontrarán en Él la respuesta a todas sus dudas, a todas sus inquietudes, a todas sus tristezas.

Sí, es Él, El esperado. Había de venir y llegó.

Ir hacia Él, y vivir con Él, por Él, y en Él.  

Pbro. José R. Ramírez M.

LA PALABRA DE DIOS


• PRIMERA LECTURA:

Isaías 35, 1-6. 10

“¡Ánimo! No teman. He aquí que su Dios, viene ya para salvarlos”.

• SEGUNDA LECTURA:

Santiago 5, 7-10


“Aguarden también ustedes con paciencia y mantengan firme el ánimo, porque la venida del Señor está cerca”.

• EVANGELIO:

San Mateo 11, 2-11

“Vayan a contar lo que están viendo y oyendo: los ciegos ven, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio”.

Las posadas

La representación del peregrinaje de José y María a su salida de Nazaret en camino a Belén y, posteriormente, el nacimiento de Jesús, es lo que conforma la celebración tradicional de las posadas, que se inician el 16 de diciembre y consiste en solicitar alojamiento en ese simbólico camino, concluyendo en 24 del mismo mes.

Fue Fray Diego de Soria, prior del convento de San Agustín de Acolman, quien obtuvo permiso del Papa Sixto II para celebrar en estas tierras de la Nueva España nueve misas de aguinaldo, del 16 al 24 de diciembre de cada año, iniciando en 1587, efectuándose en los atrios de los templos. Entre estas misas se intercalaban pasajes y escenas de la Navidad, y se intercambiaban regalos y se daban aguinaldos, o sea, pequeñas canastas con dulces.

Así pues, las posadas no fueron en sus inicios como las conocemos ahora. De las misas de aguinaldo en los atrios de los templos, pasaron a formar parte del ritual familiar y del barrio en el siglo XVIII, y aun cuando en las iglesias no desaparecieron del todo, en las casas adquirieron mayor popularidad. Esta transición, del templo al pueblo, se dio con el interés de que más gente tuviera acceso y participara en estas celebraciones, y es como se han ido transformando de acuerdo a sus posibilidades y a sus propias características culturales.

Las posadas en su forma original, a partir del siglo XVIII, se han de iniciar con el rezo del Rosario, seguido de la procesión mientras se canta o se reza la letanía; se pide posada cantando, para concluir recibiendo a los peregrinos en un alegre convivio.

Idealismo y Juventud

En nuestro recuerdo der los mártires de la Cristiada, hoy nos toca recordar a un muchacho, bastante joven, inquieto pero de gran calidad espiritual.

Luis Padilla Gómez

Su juventud sincera y basat6ante4 idealista, creyó, como tantos otros que con medios pacíficos podrían lograrse ciertos elementos de presión que redundarían en la libertad religiosa que el pueblo anhelaba, pero sucedió lo contrario. Uno de sus biógrafos el Lic. Juan Manuel Robles Gil relata con detalle muchos girones de la vida de este prócer de la fe.

Si bien, no sabemos sus sueños, sus más ignotas aspiraciones, su deseo de encontrar la plenitud en una vocación lograda y llevada a la máxima expresión.

Pero los conflictos le fueron haciendo percibir que si su amor a Jesucristo era sincero y grande, el camino difícil se abría ante él y que el desenlace no se haría esperar.

"Siento que algo solemne va a ocurrir en mi vida, ¿Qué será de mí? ¿Debo de ofrecer el sacrificio de mi vida, sin más realidad que la sanación de un pasado inútil? ¿Destrozaré el corazón de mi madre, o escucharé una vez más la voz de mi egoísmo? ¿Cuál es mi deber? Pregunta de vida o muerte, de gloria o de ignominia, de redención o de estúpida resignación". "No le he de escatimar mi sangre a Dios"

La voz de los biógrafos Uno de sus biógrafos el Lic. Juan Manuel Robles Gil relata con detalle muchos girones de la vida de este prócer de la fe:

Luis Padilla Gómez nació en la ciudad de Guadalajara el 9 de diciembre de 1899 hijo de su familia acaudalada.

Estudió primaria en el colegio particular del señor Tomás Fregoso. Una fecha que Luis siempre recordó fue la de su primera comunión: el 24 de septiembre de 1908.

Pasó a cursar los estudios superiores en el Instituto San José de los padres jesuitas, en donde recibió una educación vigorosa y profunda.

Le gustaba mucho el teatro al que asistía con relativa frecuencia, lo que constituyó para Luis un recuerdo amargo y negativo de su vida porque le había impedido desde joven remontar el vuelo hacia las cumbres.

Entró al seminario conciliar de Guadalajara y en el que permaneció cinco años, hasta el 1° de noviembre de 1921, fecha en que abandonó la carrera sacerdotal por no estar seguro de su vocación.

Se inscribió en la Unión Popular de Jalisco donde pronto lo nombraron secretario.

Él se empeñó en difundir la U. P. en giras de propaganda por los pueblos de Jalisco y aceptaba con gran paciencia tanto las críticas de los católicos como las acusaciones de los adversarios.

Con celo incansable intentaba formar a los muchachos y a los jóvenes deseosos de ingresar en ella, recibiéndolos en su hogar y enseñándoles, con la palabra y el ejemplo, lo mejor de la doctrina religiosa y social de la Iglesia.

El desenlace

La tarde del 31 de marzo de 1927, Luis, como de costumbre, se había retirado temprano a su cuarto. A las dos de la mañana su casa fue rodeada por agentes de la policía encabezados por el mismo general Jesús María Ferreira.

Entraron a su casa y se lo llevaron junto con su madre, la señora Mercedes y su hermana, María de la Luz. Las mujeres, después de un interrogatorio en la inspección general de la policía, quedaron libres, mientras que a Luis lo llevaron primero a la zona de operaciones militares y después al Cuartel Colorado, donde estaban Anacleto González Flores y los hermanos Jorge y Ramón Vargas González.

Los cuatro, en voz alta y arrodillados con los brazos en cruz, rezaron el acto de contrición, interrumpidos por los disparos.

Por la noche el cuerpo de Luis fue velado en su casa, que resultó pequeña para tanta gente que fue a despedir y a dar el homenaje al mártir de Cristo.

En 1952 los restos mortales del Siervo de Dios Luis Padilla Gómez fueron trasladados a la cripta del templo de San Agustín y finalmente en 1981 se llevaron a la iglesia de San José de Analco, en Guadalajara.

“Pidamos al Señor Jesús
que nos de la valentía de mirar a lo más alto
y conservar en el corazón
el fuego de una juventud limpia y libre
para cultivar los más altos ideales”.

MARÍA BELÉN SÁNCHEZ, FSP

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